jueves, 11 de febrero de 2010

Donde caben dos, caben tres

Hace unos años, antes de que lo abrieran a media hora de casa, ir a Ikea se convertía en toda una experiencia: viajar todo el día, normalmente a una de las tiendas de Madrid, sólo para estar allí, cargar el coche y vuelta para casa a montar los muebles. Normalmente preparaba el viaje varios días antes, estudiando el catálogo hasta el más mínimo detalle y cuando llegaba a la tienda, ya tenía una extensa lista de la compra.
Siempre que vas a Ikea te pasa que desde que entras hasta que sales coincides con la misma gente, muchas veces parejas ilusionadas que, con metro de papel en la mano se ilusionan visionando su futuro hogar. Cuando ya llevas un rato internándote en el Ikea de turno ya te empiezan a sonar las caras de tus compañeros de viaje y cuando vas a salir de la tienda, se han convertido en viejos conocidos.
Recuerdo uno de nuestros primeros viajes a un Ikea de Madrid en el que, justo a la entrada coincidimos con Coque Malla. Aunque no revueltos, pero paseamos juntos por las secciones de salones, cocinas, dormitorios… Recuerdo que Coque cargó una lámpara de pie que a nosotros nos gustó, así que nos miramos, decidimos una ubicación en casa y nos llevamos una igual.
Desde entonces, siempre que miro la lámpara me recuerda a Coque Malla. Y siempre que visito Ikea me acuerdo de él.
Coque Malla siempre me ha recordado a Ikea y, ahora, van y hacen este anuncio:

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